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en isla negra (chile)  Foto:  PAz balmaceda

“...La sensación de estar oculto a edad muy temprana...”

Un acercamiento diferente al narrador peruano más importante de su generación.  Carlos Yushimito nos habla un poco sobre la infancia, el cine, los tatuajes y el fútbol.

Publicado: 2014-01-26

Conversamos con Carlos Yushimito (Lima, 1977), justo en el momento en el que "todos" quieren entrevistarlo, es complicado. No solo porque nuestra última conversación se perdió por un virus de pc, o porque las entrevistas que se le hacen son tan literarias, inteligentes y desbordan una conocimiento tan amplio de la literatura que por momentos pienso que voy a redundar. Rehago mis preguntas. Las mantengo. Al final decido hablar de otras cosas. Conocer un poco el otro lado de Yushimito, que había llegado a la capital para presentar su último libro, Los bosques tienen sus propias puertas (Peisa, 2013). 

Nos encontramos en librería Sur pero debemos ir a librería El Virrey. Carlos tiene que grabar para un canal local y luego volver a la presentación. En el taxi intercambiamos libros pero ninguno tiene lapicero para las dedicatorias respectivas. Conversamos un poco de lo que ha pasado estos últimos meses, mientras el taxi dobla por un antiguo camino inca que ahora tiene el apellido de un comandante.


¿Cuál es tu primer recuerdo, qué imagen es la más antigua en tu infancia?

Probablemente (titubea)… yo escondido debajo de la cama. Me acuerdo vagamente. Ahora que me lo has preguntado me ha llegado la sensación de estar oculto a edad muy temprana. Tendría unos cuatro años. 


Aparte de las influencias literarias. ¿Qué otro artista te ha influenciado? ¿Algún músico o pintor?

Yo siento directamente la influencia de David Lynch. En mis cuentos más recientes su influencia está muy clara. Creo que alguien que lea el último libro se dará cuenta de eso. Me gusta bastante el cine y en particular el trabajo de Lynch. Es un director que tiene una mirada particularmente demandante y con el que siento un diálogo más cercano a medida que pasa el tiempo. Mis primeros cuentos eran estrictamente literarios y en ellos se nota la influencia de la literatura brasilera. Pienso que son fácilmente rastreables João Guimarães Rosa, algunos poetas como Drummond de Andrade, y, en algunos aspectos, también la música popular brasilera: Vinicuis de Moraes, Gal Costa... Fíjate que hasta uno de los personajes de mi cuento "Bossa Nova para Chico Pires Duarte" se llama Fernanda Abreu, que es una cantante muy famosa por allá. En “Seltz” se menciona a una rockera famosísima que es Daniela Mercury. Entonces allí sí había un acercamiento deliberado a esa tradición, hasta cierto punto, extraliteraria. Últimamente como te decía al inicio, he ido dialogando más con otras artes. Soy muy consciente de lo bien que me ha hecho Lynch y de sedimentos que me quedan de directores menores como Jeunet o Burton. Hoy en día algunos otros autores que no me influían tanto, como por ejemplo Felisberto Hernández, están muy presentes en mis historias.


¿Tienes sus obras completas?

Tuve la suerte (aunque no estoy muy seguro de lo que te voy a decir) de conseguir los 3 tomos de sus obras completas, publicados en México por la editorial Siglo XXI. Son difíciles de encontrar, aunque existen otras recopilaciones parciales de sus cuentos. Allí, en los tres tomos que tengo, están todos sus cuentos completos y esas estampas oníricas que escribía, esa especie de diario, de fragmentos que son el puro flujo de su subconsciente. 


Volvamos a la locura. ¿Cómo va tu novela interminable?

¡Ja! Esa es toda una "locura". En teoría bastante más avanzada de lo que yo pensaba, a tal punto que debería ser publicada este año. Es una novela que ya tiene un contrato y que debió publicarse en el 2012. Cuando Lecciones para un niño que llega tarde salió en España en 2011 en teoría debía preparar la llegada de la novela. Ya sabes, en cierto modo, los libros de cuento son como huerfanitos que necesitan tutores. La novela es siempre vista, al menos en España, como un tutor adulto. Y sin embargo no se publicó. Tengo el contrato vigente con la misma editorial, pero cuando llegó la fecha del plazo me di cuenta que no estaba listo para publicarla y felizmente he contado con la tolerancia de la editorial para seguir trabajándola. Eso me ha dado tiempo para corregir cosas, reescribir capítulos enteros. Creo que escribiendo a buen ritmo debería estar ya lista para el segundo semestre del año. 


Has mencionado alguna vez que en el proceso creativo eres medio flojo. Escribes algo y lo dejas dormir. ¿Cómo es eso?

Es un método anti-metódico (risas)... me resulta muy práctico para escribir cuentos pero no para enfrentar una novela. La novela tiene ya cuatro años de trabajo. Me ocurre que cuando leo la primera parte, me siento ya muy distante de mí mismo. Pienso que es natural, porque un escritor va mejorando, encontrando otras estrategias narrativas, va experimentando con otros registros. Y eso es muy fácil de resolver cuando uno trabaja cuentos, porque los cuentos por su propia extensión, su propia autonomía, permiten ser abandonados y luego retomados, sin que por ello el autor se distancie tanto -estética ni afectivamente- de ellos. Son como hijos que te permiten ser un mal padre. En cambio con novela debes comportarte bien... Ahora mismo, ya con cuatro años encima algunas partes se me hacen irreconocibles, tanto así que al volver a ellas he terminado por reescribirlas. Los anticipos que han ido apareciendo creo que van a resultar un poco irreconocibles también. Por ejemplo, los primeros capítulos se publicaron en Granta, en la antología española. Y ya esos los he reescrito casi en su mayoría. Ahora ha salido en México otro adelanto, en la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México. 


Viajas bastante...

Demasiado. 


Cuéntame qué es lo primero que haces al llegar a Lima. Y no me digas saludar a la familia.

La verdad es que soy mucho más sociable aquí que en Providence (EE.UU.), donde vivo, allí tengo una vida cada vez más solitaria, más monástica. La ciudad misma te empuja a eso. Tengo más amigos aquí, desde luego, pero en general yo tengo hábitos muy caseros y disfruto mucho leyendo y estando en soledad. Cosa que me es difícil hacer en Lima. Así que cuando vengo para mí es como realizar una especie de peregrinaje en el que pago tributo comunitario.  


El taxi se detiene y bajamos en la librería donde será la presentación. El libro que acaba de publicar tiene seis cuentos y cada comentario sobre él supera siempre al anterior. Pero es Jerónimo Pimentel quien da el adjetivo exacto: crack. La solidez y las posibilidades narrativas que despliega Yushimito en estos cuentos no hacen más que consolidar lo que era una certeza anticipada. Estamos ante el narrador peruano más importante aparecido en los últimos 20 años. ¿Importa la geografía cuando se habla de arte? ¿Importa tanto que le recuerden a Carlos su origen oriental, su nacionalidad peruana y sus ficciones que se desarrollan en Brasil? Creo que son elementos circunstanciales. Unos días después, gracias a la brujería del internet, le pregunto:


¿Qué significa el tatuaje en tu brazo?

Es el verdadero apellido de mi familia: "Yoshimitsu". Cuando vinieron mis antepasados escribieron mal el nombre. 


Tatuarse una señal de sus raíces en el brazo no significa para nada desapego. Significa memoria. Una parte mía quiere seguir indagando por allí pero luego se me ocurre una pregunta descabellada porque imagino a Carlos jugando fútbol con sus primos. Lo imagino en reuniones de familia los domingos y peloteando hasta más no poder.


¿Te gusta el fútbol, hincha de qué equipo eres?

Bueno, ahora no. Pero de chico era hincha de la "U". Hasta bajaba a la barra de oriente cuando había fútbol. Incluso a norte si no tenía dinero. Pero luego entendí que hay cosas más importantes....


¿De la "U"? Yo te veía con cara de hincha de Alianza.

Es que soy victoriano. 


Escrito por

John Martínez

Comunicador y productor cultural. Publicó: "Collage de Viaje", "El Elegido" y la plaqueta "Doblando".


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